Exportar parece ser la palabra mágica en estos tiempos de crisis que corren, hasta el punto en que se asemeja a un mantra que se repite en una gran parte de los medios de comunicación y centros de dirección de las empresas.
“La exportación constituye la imagen de marca del modelo económico que queremos para el país”, hemos leído, o dicho algo parecido, en numerosas ocasiones, y Gobierno y CEOE animan continuamente a ello como puntal para la salida de la recesión económica de España. Es entonces cuando aparecen múltiples iniciativas, tanto institucionales como privadas, para animar a las empresas a vender sus productos más allá de nuestras fronteras y comenzar el camino a la internacionalización: estudios de mercado y de la competencia, adaptación de nuestros productos, inversión en maquinaria… Lo que haga falta para vender en otros países. Un gran y valorable esfuerzo por parte de las empresas, que en ocasiones olvidan detalles como traducir la documentación: página web, presentación de la empresa, catálogos… todo aquello que les ayuda a dar a conocer sus negocios y sus productos en mercados internacionales.
Llegados a este punto, la situación pasa por evaluar la necesidad de revisar el presupuesto o salir al paso con lo disponible. La lógica nos dice que lo revisemos, pero la tentación nos invita a no dar a la traducción el lugar y el valor que se merece, de manera que para la traducción de nuestra documentación recurrimos a los diversos recursos gratuitos y propios disponibles, como los traductores online, la secretaria con idiomas, y el comercial o el técnico con conocimientos de inglés.
Antes de afrontar cualquier proyecto de traducción debemos preguntarnos acerca de la imagen que queremos transmitir. Grandes empresas han sufrido en primera persona lo que significa perder cuota de mercado debido a una traducción desafortunada. Una mala traducción puede ser la causa de una mala presentación de nuestra imagen o marca y, en lugar de ahorrarnos costes, puede hacernos perder dinero y clientes, o dar al traste con una negociación o la distribución de un producto.
Un buen plan de internacionalización pasa por una correcta comunicación en el idioma de nuestro cliente y la clave para ello es recurrir y confiar en los servicios de un traductor profesional o de una agencia de traducción especializada.
Mónica Voces (asesora en comercio internacional)
Felipe de la Cruz (director de Alpha Translations)