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Dime cómo lo dices y te diré cómo eres

Lejos de querer ahondar en estereotipos, el carácter marca el lenguaje. A medida que aprendemos nuevos idiomas, conocemos que la manera de expresar ciertas ideas cambia según el idioma o, incluso, adquirimos nuevos conceptos gracias al lenguaje. Pero, ¿cómo trasladar esas concreciones propias de un idioma a otro? En esas ocasiones en las que un vocablo es tan propio de un idioma que no existe traducción directa alguna a otro, es donde un buen traductor… se la juega. Veamos algunos ejemplos.

¿Cómo traducir serendipity? Este vocablo, de origen inglés, nació de la mano de Horace Walpole, en 1754, como referencia a un hallazgo casual que hizo y al cuento persa The Three Princes of Serendip (Los tres príncipes de Serendip), cuyos protagonistas realizaban descubrimientos de cosas que no buscaban. Así, el término se usó para definir un hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual. Con el tiempo, la palabra fue ganando adeptos en su uso y se transformó en castellano como serendipia, palabra incluida en el diccionario de la RAE en 2014.

Otro idioma que se distingue por exportar términos e ideas nuevas es el francés. De él tomamos términos como ménage à trois (que nada tiene que ver con el conjunto de muebles y accesorios de una casa y que, vulgarmente, hemos optado por la voz trío, si bien el diccionario no recoge el verdadero significado de la expresión francesa), o savoir-faire que, aunque podamos traducir literalmente como “saber hacer” o, más acertadamente, como “conocimiento” y “experiencia”, los significados de estos últimos nada tienen que ver con el que normalmente se atribuye al término compuesto francés, cuando se refiere a ese saber fruto de la experiencia… y cierto arte. Por otro lado, en un mundo tan tecnificado como este en qué vivimos, el vocablo está siendo desplazado por su competidor de origen inglés, know-how, si bien, este último, nunca tendrá ese punto de charmant que se otorgan aquellos que hacen las cosas con cierto… savoir-faire.

Ahora, saltemos al alemán. Si algo caracteriza a este idioma es su capacidad para unir en una misma palabra dos sustantivos, un sustantivo y un adjetivo, un sustantivo y un verbo… Generalmente, las expresiones compuestas tienen fácil traducción, aunque sean inusualmente largas, como haftpflichtversicherung, cuya traducción es “seguro de responsabilidad”, pero, ¿cómo traducir verschlimmbessern cuando queremos referirnos al acto de empeorar algo cuando tratamos de mejorarlo? “Empeorar” podría ser una opción, pero las cosas pueden ir a peor, aun cuando ya estén mal y no se haga nada por mejorarlas. ¿Tendrán algo que ver el carácter de alemanes y españoles para que unos dispongan de semejante término en su idioma y otros no?

Y, ahora, acabemos nuestro viaje en Barcelona y tomémonos un delicioso plato de pa amb tomàquet. A nadie se le escapa que la traducción, la correcta traducción al castellano de este conocido plato, es “pan con tomate”. Entonces, ¿por qué en Madrid y otras zonas de España se recurre al término “pan tumaca” para referirse a este sencillo plato de pan untado de tomate, y aderezado con un poco de sal y aceite? Un misterio tan misterioso como el de preparar el plato triturando el tomate y untándolo con un pincel, en lugar de chafarlo directamente sobre el pan. Bon profit!

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