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10 consejos para valorar una buena traducción

Es habitual conocer a alguien que, por el hecho de expresarse más o menos correctamente en una lengua distinta de la propia, cree (o creemos) que es capaz de realizar un trabajo de traducción. Nada más lejos de la realidad. El trabajo de traducción es un trabajo complejo, que precisa de conocimiento, oficio y experiencia, un trabajo que debe ser realizado por profesionales. ¿Acudiría al barbero para arrancarse una muela? En la Edad Media sí, en pleno siglo XXI no. Pero si no conocemos la lengua de destino de una traducción, ¿cómo podemos confiar en su calidad?

Esta pregunta abre un debate interminable. Sin embargo, estoy convencido de que el siguiente decálogo conseguiría un cierto consenso entre los traductores profesionales. No pretende ser exhaustivo, ni sigue un orden de importancia en sus puntos, aunque confío en que pueda aclarar algunas ideas acerca de cómo potenciar y valorar la calidad de una traducción.

1. Contrate los servicios de una agencia (o traductor) con experiencia demostrable. Valore su presencia en el mercado, los comentarios de otros clientes, las recomendaciones de conocidos u otras cuestiones que le permitan conocer mejor la calidad del trabajo de su proveedor.

2. Dude de los “precios bajos”. En el mercado de la traducción hay disparidad de tarifas. Ello no significa que las más caras sean garantía de un mejor servicio, pero si le han presentado presupuestos con precios muy dispares, averigüe en qué consiste esta diferencia antes de tomar una decisión. Tenga en cuenta que está contratando un servicio, no un producto concreto al mejor precio.

3. Envíe su texto para presupuestar. Sin ver el texto original es difícil que alguien pueda comprometerse a fijar unas condiciones de entrega o un coste específicos, de modo que puede llevarse alguna sorpresa cuando, finalmente, reciba su traducción.

4. Proporcione un texto original correctamente redactado y maquetado. Un texto original de calidad deficiente afecta muy directamente a la calidad de la traducción¬: malinterpretaciones por parte del traductor, retrasos, cambios en el aspecto final, sobrecostes…

5. Proporcione el máximo de información acerca de la audiencia del texto. ¿A quién va dirigido el texto? Un nativo inglés de Estados Unidos no utiliza las mismas expresiones y vocabulario que otro del Reino Unido.

6. Colabore con la agencia. La traducción no es una ciencia exacta y en su desarrollo se plantean muchas dudas: vocabulario, contexto, interpretación… Atienda las consultas y colabore codo con codo con la agencia; saldrá ganando.

7. No confunda la traducción asistida mediante el uso de herramientas TAO (Traducción Asistida por Ordenador) con la traducción realizada por robots de traducción. El proceso de traducción es un proceso inteligente y sujeto a interpretación, dos características humanas. Las herramientas TAO facilitan el proceso de traducción, pero son personas quienes traducen y deciden el resultado final de una traducción. En cambio, los robots son máquinas que traducen los textos automáticamente a partir de unos parámetros previamente definidos y, aunque posteriormente hayan sido revisados por una persona, suelen generar grandes errores, algunos incluso divertidos.

8. Una buena traducción requiere de tiempo. Una vez el traductor inicia un proyecto de traducción, este puede traducir una media de entre 2.000 y 2.500 palabras diarias, si bien el ritmo dependerá de diversos factores, como la calidad lingüística del original, la dificultad técnica, el soporte entregado, o la presencia de gráficos, tablas u otros elementos.

9. Confíe en el trabajo de traductores profesionales nativos en la lengua de destino. Un traductor profesional nativo ha aprendido su lengua y su ámbito cultural por inmersión, desde que nació.

10. Trabaje con agencias especializadas. Consulte los temas y lenguas en los que su agencia es especialista. Conseguirá mejores resultados si trabaja con una agencia que habitualmente traduce los mismos temas y lenguas.

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